Historia 15 de febrero del 2011

Capitulo II

La Fundación de San Luis

 

CAPITULO II

LA FUNDACiÓN DE SAN LUIS

La idea de fundar 1 Entrecruzadas noticias, recogidas en diversos documentos no siempre bien ponderados, han acumulado errores y dislates alrededor del proceso de la fundación de San Luis.
Así, la historia mal aprendida se convierte en manantial de leyendas y misterios, gratos a quienes prefieren el fácil camino de las repeticiones. Sin embargo, aquel proceso puede aún ser estudiado y comprendido, por encima del acta desparecida y más allá de la documentación reveladora que manos interesadas se esmeraron en destruir.
Como pasos precursores de la fundación se mencionan, preferentemente, un destacamento en Conlara, la ciudad de Benavente y un fuerte en el Portezuelo del Chorrillo. De los tres es preciso escribir algunos párrafos, para separar lo verdadero de lo imaginado o burdamente zurcido.
Afirmase que, en 1551, Villagra se detuvo "en Conlara con el ánimo de fundar allí una población" y que, "intretanto, dejó un destacamento", el que hizo retirar luego de recibir las provisiones que concluyeron con "la horrible tortura del hambre" y le permitieron pasar la Sierra Nevada. El acaudalado Medina -rico de dinero y de paciencia- reunió muchos papeles que, si bien certifican que Villagra anduvo "buscando tierras para poblar", demuestran que el capitán de Valdivia no podía fundar ninguna ciudad porque no tenía poderes para hacerlo, ya que sólo había sido enviado a buscar refuerzos para la conquista de Chile. La misma documentación mediniana explica cómo Villagra se adelantó con algunos soldados y suministra valiosas noticias sobre la gran mortandad de indios que sufrió el grueso del contingente, a consecuencia de una tormenta de nieve, tras haber reiniciado la marcha el día de San Juan.
Aunque no es posible determinar con certeza el lugar donde estuvo acampado el contingente, puede probarse que no se trataba de un destacamento sino de lo principal del refuerzo que Villagra conducía a Chile: Soldados, artesanos, yanaconas, negros e indígenas sometidos durante la marcha, además de quinientas cabalgaduras "y otras cosas con que ennobleció la provincia".
En el valle de la Vera Cruz, explorado por Juan Jufré en 1562, proyectaba Villagra fundar la ciudad de Benavente, sin duda como un testimonio de gratitud hacia quien tanto había pesado en las empresas guerreras de ambos conquistadores. Mas esa población no sería trazada en la extremidad de la sierra puntana, sino "en la provincia de Conlara", es decir en las proximidades del río de ese nombre, más allá de los cerros de los Apóstoles y acaso en el paraje denominado La Cruz, origen de nuestro Concarán actual. Pero la ciudad de Benavente nunca fue fundada y "no pasó de la ensoñación de algún ambicioso conquistador o explorador, cuando no cristalizó en el magín de algún cronista fantasioso".
Según Gez, "existe la tradición de que, desde un principio, las autoridades de Mendoza vinieron a fundar al pie de la sierra, un fuerte, reducción o ciudad con el nombre de Benavente, el cual parece establecióse por algún tiempo en el Portezuelo del Chorrillo". Los documentos, que circunscriben al ámbito de "ciudad ideal" la población de Benavente, nada dicen de ese mudable fuerte. No de,la de ser notable, en consecuencia, que Torre Revello haya afirmado que "en 1593 el general Luis Jufré y Meneses levantaba en la llamada Punta de los Venados un pequeño fortín que fue origen de la ciudad de San Luis de Loyola, fundada por el mismo jefe en 1596". Y es más notable aún porque, de haber levantado Jofré -o Jufré- el pequeño fortín en 1593, de hecho hubiera fundado la ciudad, como lo explica la sapiencia de Levillier cuando dice:
"Evidente es que la práctica de construir un fortín como principio de ejecución, era usual entre los conquistadores. Tal hicieron los soldados de Pérez de Zorita en Córdoba de Calchaquí, Cañete y Londres, los de Castillo en Mendoza, y más tarde los de Abreu en el valle Calchaquí y los de Lerma en el de Salta, antes de dar por fundada la ciudad. y era válida la fundación misma, aún cuando no se cumpliese en hecho en años subsiguientes. Don Gerónimo Luis de Cabrera levantó el acta el 6 de julio de 1573, y aún cuando en ese momento sólo existiese un rancho, un fuerte o el rollo y la picota, quedaba la ciudad (de Córdoba) legalmente asentada, con su cabildo y sus autoridades." Sin embargo, afirmamos que ni "desde un principio" ni en 1593 hubo en la Punta de los Venados fuerte o fortín.
Cuando San Luis nació, nació ciudad, aunque sus pobladores estuviesen "de presidio" -es decir, de guarnición- por orden de don Luis J ofré, puesto que "si se descarnase esta ciudad de gente, sería en deservicio de Su Majestad".
Un poblador de 1593 La carencia de documentación cuyana relacionada con su actuación como Teniente de Gobernador, impide seguir detenidamente las huellas del fundador de San Luis de este lado de los Andes. Con fecha 17 de abril de 1593, don Martín García de Loyola informaba al rey haber nombrado por su lugarteniente de Capitán General en la Provincia de Cuyo a don Luis Jofré. Dos meses después, el 21 de junio, Jofré hizo merced a don Juan Eugenio de Mallea de doscientas cuadras de tierras a media legua de la ciudad de San Juan. y el 9 de agosto de 1593, en Mendoza, otorgaba dos mercedes de tierras en la jurisdicción puntana.
Dice uno de los documentos:
"El General don Luis J ufré, Teniente de Gobernador y Capitán General y Justicia Mayor en esta provincia de Cuyo, jurisdicción del Reino de Chile, por el Rey nuestro señor. Por cuanto por parte de Francisco Muñoz me ha sido hecha relación diciendo que para poderse sustentar en esta ciudad de Mendoza, donde tiene su casa poblada, tiene necesidad de un pedazo de tierras en que hacer sus chacras y tener sus ganados, la cual había vaca en la dormida del Carrizal que está tres leguas, poco más o menos, de la Punta de los Venados, camino de los juríes, que es el agua que está en el dicho Carrizal se llama Teutenap y la tierra Icunap en la cual parte me pidió y suplicó le hiciese merced de doscientas cuadras de tierras y por mí visto.lo susodicho, atento a que el dicho Francisco Muñoz ha servido a su Majestad, doy por la presente como mejor puedo y de lo dicho debo, en nombre del Rey nuestro señor y en virtud de los reales poderes que me son dados y subrogados por el Gobernador de este Reino, hago merced al dicho Francisco Muñoz de doscientas cuadras de tierras en la parte y lugar de uso deslindado y declaro que linda con tierras del capitán Juan Luis de Guevara, a quien este día le hice merced de doscientas cuadras de tierras en las dichas tierras, con tal que entre ambos haya y gocen de lo mejor de las dichas tierras por iguales partes."
El texto de la otra merced hecha al capitán Juan Luis de Guevara "para mejor sustentar su vecindad", expresa que "la tierra se llama Usunap" aunque está también redactado por el escribano Gabriel Rodríguez de León.
Las tierras otorgadas por Jofré son el cogollo de la puntanidad, pues estaban ubicadas en lo que andando el tiempo se denominaría Estancia Grande, las Chacras y Potrero de los Funes. Mas lo que interesa destacar de estos documentos es la existencia de una dormida o paradero en la Punta de los Venados; a la vera del camino que conducía a Córdoba.
No hay en el texto ninguna referencia a la ciudad, fundada o por fundarse, ni se menciona fuerte alguno. En cambio, es terminante la indicación sobre el quehacer de quienes pretendían poblar el paraje: "hacer sus chacras y tener sus ganados".
Dos años después, el capitán Juan Luis de Guevara vendió su ..parte a Muñoz por "veinte y cinco piernas de tijeras, de a catorce o quince pies de largo cada pierna, y catorce umbrales de a dos palmos de ancho y de largo como un eje, toda la cual dicha madera ha de ser de quebracho".
Con lo que se revela otro de los principales elementos de la economía puntana: la madera de sus montes, que tanto sirvió a la industria y al comercio de Cuyo.
Juan Luis de Guevara, natural de la Serena y morador de la ciudad de Mendoza, no quiso atarse a la serrana Usunap. En cambio don Francisco Muñoz ya no se apartó de la Punta de los Venados. Acaso era el mismo conquistador a quien Villagra, en 1563, encomendó al cacique Canchuleta con todos sus pueblos. Más lo cierto es que, un año después, asistió a la fundación de la ciudad de San Luis de Loyola, para dar su vigor y su constancia al linaje troncal de los Muñoz de Aldana.
Afirma Lallemant que "la propiedad individual de las tierras data aquí del 2 de octubre de 1594, fecha en que el general Luis Jofré, como fundador de esta ciudad de la Nueva Medina de Río Seco... otorgó a favor del capitán Juan de Barreda Estrada las tierras del Carrizal y de los Cerros de los Apóstoles", afirmación que ha sido repetida por diversos autores, desde 1888 hasta nuestros días. Esa referencia puede ahora corregirse documentalmente, ya que las primeras mercedes que conocemos son las que Jofré concedió a Francisco Muñoz y al capitán Juan Luis de Guevara el 9 de agosto de 1593, cuando aún no había sido fundada la ciudad de la Punta.

Intervención Federal



Decreto NQ 1959 -G.
Exp. NQ 4160 -C -1944
San Luis, junio 13 de 1944
Visto el informe presentado por los señores Subsecretarios de Gobierno de la Provincia, don Guillermo F. Valerga Aráoz, y profesores doctores Nicolás Jofré, Juan C. Saá y Gilberto Sosa Loyola, referente a la fecha de la fundación de la ciudad de San Luis y a quien fue su ilustre fundador, en cumplimiento de lo dispuesto en el decreto NQ 107 de fecha 29 de diciembre de 1943, y Considerando:
Que en el referido informe, cuya importancia debe destacarse no solamente por el estudio y dedicación que han puesto de manifiesto sus autores, quienes han debido consultar una abundante bibliografía y buscar la documentación pertinente, sino también porque con el mismo se pone término a la duda que existía respecto al hecho histórico y al nombre del fundador de la ciudad, se expresa que se ha llegado en forma terminante y sin lugar a dudas a las siguientes conclusiones:
1) Que se ha perdido el acta de la fundación de San Luis, ignorándose, por consecuencia, el día exacto en que tuvo lugar el acontecimiento histórico;
2) Que la fundación de la ciudad de San Luis se efectuó en el año 1594 y antes del mes de octubre;
3) Que es muy probable que la fecha de fundación de la ciudad de San Luis haya sido el 25 de agosto, día del Santo Patrono;
4) Que el ilustre fundador de la ciudad de San Luis fue el General don Luis Jofré y no don Martín García Oñez de Loyola, como equivocadamente se ha venido repitiendo; Que, en consecuencia, corresponde que el Gobierno, de acuerdo a lo dispuesto en el decreto NQ 107, de fecha 29 de diciembre de 1943, establezca en forma oficial la fecha de la fundación de la ciudad de San Luis y quien la efectuó, para conmemorar anualmente tan importante acontecimiento y honrar a su fundador. Que, es necesario también que dicho informe, con la documentacion petinente, se conozca publicamente para que se sepan las razones por las cuales se ha llegado a las conclusiones mencionadas.
Por ello,
EL INTERVENTOR DE LA PROVINCIA EN ACUERDO DE MINISTROS DECRETA:
Art. 1.- Apruébase en todas sus partes el informe presentado. por los señores Subsecretario de Gobierno, don Guillermo F. Valerga Aráoz, y profesores doctores Nicolás Jofré, Juan C. Saá y Gilberto Sosa Loyola, con fecha 7 del corriente, y que se halla agregado al expediente NQ 4160 -C -1944, referente a la fecha en que fue fundada la ciudad de San Luis y quien fue su fundador.
Art. 2.- Establécese oficialmente que la ciudad de San Luis fue fundada en el año 1594, muy probablemente el día 25 de agosto, y que el ilustre fundador fue el General don Luis Jofré.
Art. 3.- Institúyese el día 25 de agosto para que anualmente se celebre el aniversario del referido acontecimiento histórico y se honre al fundador de la ciudad. Art. 4.- Danse las gracias a los miembros integrantes de la Comisión por los importantes y desinteresados servicios prestados a la Provincia.
Art. 5.- Imprímanse trescientos ejemplares del referido informe, conteniendo la documentación pertinente, en papel de primera calidad, como así también dos mil ejemplares, en edición popular, encargándose al nombrado señor Guillermo F. Valerga Aráoz para que dirija la impresión.
Art. 6.- Por el Ministerio de Gobierno se adoptarán oportunamente las medidas del caso para la distribución de los ejemplares a que se refiere el artículo anterior, a las bibliotecas instituciones oficiales, escuelas y demás establecimientos de educación y particulares.
Art. 7.- El Consejo de Educación de la Provincia tomará las medidas necesarias para que se enseñe a los alumnos de las escuelas lo relacionado con la fundación de la ciudad de San Luis, de acuerdo a las conclusiones del informe referido.
Art. 8.- El gasto que demande el cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 5, se imputará al presente Acuerdo.
Art. 9.- Comuníquese, publíquese, dése al Registro Oficial Y archívese.

HORACIO CARRANZA

Guillermo F. de Nevares (h)
Roberto Corbella Figini
la fundación
Ya es tiempo de ir desechando por inútil y contraproducente todo lo erróneo que se ha sostenido con respecto a la fundación de la ciudad de San Luis. Quien se interese por conocer las vicisitudes del tema, así como el ir y venir de cronistas e historiadores, podrá leer con provecho el minucioso trabajo que realizaron los doctores Nicolás Jofré, Gilberto Sosa Loyola y Juan Carlos Saá, con la colaboración del señor Guillermo F. Valerga Aráoz, en 1944.
Al margen de tanteos y simples repeticiones, podemos sostener que, si bien el 9 de agosto de 1593 la ciudad de San Luis no existía, ya estaba fundada el 2 de octubre de 1594. En efecto: este día el general don Luis Jofré, "Teniente de Gobernador y Justicia Mayor de las ciudades de las provincias de Cuyo por el Rey nuestro señor, y fundador y poblador de esta ciudad de San Luis de Loyola, Nueva Medina de Río Seco", hizo merced al capitán Juan de Barreda Estrada y a Juan de Barreda, su hijo, de dos pedazos de tierras o estancias: el uno, en el Carrizal, "dos leguas y media de esta ciudad", y el otro, delante de la dormida de las Peñuelas, en las cercanías del cerro de los Apóstoles, "trece leguas de esta ciudad". A mayor abundamiento, digamos que esta merced fue heha "en la ciudad de San Luis de Loyola, Nueva Medina de Río Seco, en dos días de octubre de mil y quinientos y noventa y cuatro años", con intervención de Gabriel Rodríguez de León.
Varios documentos fechados en San Luis, ese mismo mes de octubre, revelan que Gabriel Rodríguez de León era alcalde de la nueva ciudad y que igual cargo desempeñaba don García de Reinoso, en tanto que el capitán Juan de Barreda Estrada ejercía el empleo de Justicia Mayor y don Alonso de Villegas el de Escribano Público y de Cabildo.
Todo lo cual evidencia que Jofré no fundó un fortín sino una ciudad, dándole las autoridades que las leyes establecían. A ellas se agregan los vecinos que oportunamente mencionaremos.
Se sigue, no obstante, reclamando el acta y hasta alguien se aventura a suponer que, acaso, ella nunca haya existido. Sin embargo, los pocos documentos que se salvaron de la destrucción intencional, alcanzan para certificar que Jofré no procedió en forma arbitraria. Uno de los fundadores, Pedro López de Novoa, declara que en la ciudad de San Juan de la Frontera le fue notificado por el capitán Juan de la Barreda "que dentro de cuarenta días me hallase en la fundación de esta ciudad, pena de suspensión de indios". Y el mismo Jofré, a mediados de diciembre de 1595, dijo: "que habrá más tiempo de un año que mandó por su auto que fue pregonado públicamente, que todos los vecinos de esta ciudad (de Mendoza) exhibiesen las encomiendas que tenían para que, conforme a ellas, fuesen amparados en lo que legítimamente les perteneciese, y esto fue con intención de que pretendía poblar la ciudad de San Luis de Loyola, como lo ha hecho, y los indios que apareciesen no estar encomendados se repartiesen en los pobladores".
Con respecto al nombre de la ciudad, queda asentado que don Luis Jofré la denominó San Luis de Loyola, Nueva M edina de Río Seco (y no del Río Seco, como suele escribirse por indebida asociación con el Río Seco puntano).
El punto ha sido bien estudiado por monseñor Cabrera, quien escribe:
"Los españoles no bautizaban de ordinario, caprichosamente, o sea como al acaso, a los pueblos o ciudades que erigían en los territorios por ellos conquistados. Vinculaban su denominación al Santo del día, al nombre de algún personaje preclaro, a una efemérides, a un hecho memorable, a alguna singularidad topográfica, etc.: y a esta línea de conducta amoldó escrupulosamente Luis Jofré la suya, al abrir los cimientos de 1a urbe que había de inmortalizarlo. Apellidóla, San Luis de Loyola, Nueva Medina, de Río Seco, que es a mi manera de ver, el nombre original de la misma, es decir, su apellido actual reintegrado a la forma del que se le asignó en la pila, vale decir, para su erección. Este nombre pues, a despecho de lo vario y múltiple de su estructura, constituye, bajo el aspecto de su significado, una armonía. Analicémoslo.
Llamóse San Luis la nueva urbe, por la circunstancia de que su fundador traía desde la pila el nombre del hijo de Blanca de Castilla, Rey de Francia, Ludovicus, Luis; de Loyola, "en contemplación" (que dijera el erudito Lozano), del entonces Gobernador y Capitán General de Chile, don Martín García Oñez de Loyola, propulsor de la jornada que llevó a cabo en la Provincia de Conlara su Teniente; Nueva Medin
de Río Seco, porque el pueblo natal de Juan Jufré, padre del Luis de nuestra narración, fue el llamado Medina de Río Seco, de la Provincia de Valladolid. en la Península."
Frecuentemente, la ciudad de San Luis de Loyola fue mencionada simplemente como la Punta o la ciudad de la Punta, aunque más de una vez lo común se engarza en lo oficial y el amanuense escribe ciudad de la Punta de San Luis de Loyola. Lo cual es mucho más aceptable que esos titubeos o trocatintas que se pretende revalidar como denominaciones de la Nueva Medina de Río Seco.
El laborioso Padre Sal daña Retamar, en una de sus amenas y valiosas indagaciones sobre el pasado puntano, agrupó los nombres de catorce "valientes capitanes" que, con "algunos más", habrían llegado a "estos contornos breñosos en la primavera de 1594". Pero como el prudente dominico aclara luego, en nota puesta al pie de esa misma contribución, "N o todos estos conquistadores y pobladores fueron propiamente fundadores, pero arribaron pocos años después", tenemos que limitamos a mencionar aquellos de los que existen constancias documentales de haber asistido a la fundación. Son ellos, ordenados alfabéticamente: Juan de Barreda Estrada, Juan Cabrera, Pedro Casero, Diego Céliz de Quiroga, Alonso de Coria Bohorques, Adrián Cornejo, Bartolomé Díaz, Juan Fernández Perín, Andrés de Fuensalida Guzmán, Alvaro de Gelves, Pedro Gil de Oliva, Pedro López de Novoa, Juan Luis de Guevara, Hemán Martín Cecilio, Silvestre de Monsalve, Gregorio Morales de Albornoz, Diego Muñoz, Francisco Muñoz, Lope de la Peña, García de Reinoso, Francisco de Riberos y Figueroa, Gabriel Rodríguez de León, Martín Tejero, Luis de Valencia, Andrés de Videla y Alonso de Villegas.
Veintiséis nombres a los que es preciso agregar el de Juan Gómez Isleño, figura que transita caminos de leyenda.

Juana Coslay y los michilingües

Lallemant, que trabajó tenazmente con los raídos papeles de las mercedes reales, expresaba en 1888: "A Juana Coslay, hija bautizada de un cacique, se dieron todas las tierras desde el Salto de las Piedras Anchas sobre ambas márgenes del Río Quinto, a mejor lindar hastá los límites de este Reino de Chile con el de Tucumán". Este es uno de los hilos de la leyenda. Los otros, de más vivos colores, los entrelazó Gez en 1916 al ocuparse de los michilingües, palabra que él escribe michilingue. Y esta es la trama:
"Desde el principio de su establecimiento, los españoles entraron en amistosas relaciones con los michilingues, que habitaban el valle del Chorrillo y parte sud de la ciudad, merced a la prudencia y celo apostólico de los dominicos que vinieron con los primeros pobladores. Ya dijimos que los aborígenes de esta región tenían una relativa cultura,un carácter dócil y que eran aptos para asimilarse la vida civilizada, circunstancias que hicieron más humano el sistema de encomiendas, mientras que, en otras partes, los indígenas sucumbían a los rigores de una esclavitud y de unas fatigas a las cuales no estaban acostumbrados. Prueba evidente de esta fácil sumisión, es la alianza con uno de los principales caciques de los michilingues llamado Koslay, con la única condición de reconocer la autoridad del soberano español y de someterse a sus legítimos representantes.
Una de sus hijas fue bautizada solemnemente con el nombre de Juana y se desposó con un oficial Gómez Isleño, al cual se le otorgó la merced de las tierras de Río V, hasta el limite con Córdoba...
Muchos otros españoles imitaron ese ejemplo, desposándose con las jóvenes indígenas y constituyendo así las primeras familias de criollos que, aunque dispersas en la vasta campaña, fueron los elementos con los cuales debían formarse los futuros núcleos de las poblaciones puntanas, comenzando por su propia capital."
Larga es la lista de los estudiosos que han tratado, sin éxito, de averiguar algo más sobre esos "michilingues", "pobladores de los valles", "rama de la gran familia de los diaguitas". Lo único que ha alcanzado a conocerse es la fuente en que bebió Gez.
En 1880 el periódico puntano "El Oasis" publicó una colaboración titulada Fundación de la ciudad de San Luis, trabajo que alguna vez atribuimos a Ricardo Benabal, aunque es muy posible que pertenezca a Raimundo Barroso.
De esa amena "crónica" entresacamos estos notables párrafos:
"En 1557 ya había sido conquistado todo el Litoral y fundada la ciudad de Mendoza. En 1559 se presentaron ante el Gobierno de dicha ciudad, varios indios emisarios del cacique Koslay, jefe de las tribus de indios michilingües, que habitaban en el local llamado Bajo y en la sierra y valles de ambas vertientes de esta provincia. Éstos llevaban por objeto hacer acto de sometimiento a las autoridades españolas, y a quejarse, punto principal de su misión, de las continuas hostilidades que recibían de sus vecinos, los indios Comechingones de la sierra de Córdoba, quienes los invadían en tiempo de las cosechas y les llevaban la algarroba, fruto natural muy apreciable para ellos porque de él destilaban la famosa chicha, que hasta el día se acostumbra entre la gente del campo.
...La expedición de los conquistadores debió salir de Mendoza (según las antiguas crónicas) en los primeros días del mes de agosto de 1597.
...Cuando llegaron aquí, el cacique Koslay dio un nuevo testimonio de su voluntario y manso sometimiento a las autoridades españolas, recibiéndolas con expresivas y muy cordiales deferencias... El día 25 del mismo mes fue el indicado para que tuviese lugar la fundación de la futura ciudad. Para ese día fueron invitados el cacique Koslay, su familia y los indios más notables de su tribu."
El incógnito cronista enumera luego las circunstancias favorables que permitieron realizar la conquista de esta tribu sin derramar una sola gota de sangre. La última de ella es "el casamiento de uno de los capitanes de la expedición, Gómez Isleño; con una hija del cacique Koslay", punto sobre el cual cree conveniente agregar "algunas palabras". Helas aquí:
"Ya se ha dicho que a la gran fiesta de la fundación de la ciudad asistió el cacique Koslay con su familia, entre la que descollaba por su hermosura y gracias naturales la preciosa Arosena, hija del cacique. Ya sea que el capitán Gómez Isleño se impresionase realmente de la hermosura de una mujer indiana o que a ello fuera inducido por razones de alta política, él pidióla al cacique para su esposa. La boda no se hizo esperar. Se casó católicamente después de ser bautizada con el nombre de Juana. Este ejemplo siguieron varios de sus compañeros, contrayendo enlaces matrimoniales con las mujeres indias... Mezcladas así las dos razas, estas uniones fueron troncos de las principales familias de esta provincia,"
Si el capitán Juan Gómez Isleño asistió, efectivamente, a la fundación de San Luis, tendría el mérito de ser fundador de todas las ciudades de Cuyo: Mendoza, la Resurrección, San Juan de la Frontera y la ciudad de la Punta, documental o líricamente, lo cuentan entre sus esforzados pobladores. Cosa que tal vez hubiese resultado grata al colaborador del "Oasis", ese que se conformó con poner al pie de su artículo una B que despista e intriga. Pero los viejos papeles suelen recortar las alas de, la fantasía. Ellos sostienen que el primer Juan Gómez Isleño ya había muerto en 1593. Y que el otro llegó de San Juan bastante después.
Los primeros tiempos Con demasiada frecuencia se ha escrito que la fundación de San Luis no se formalizó hasta 1596. Mas quien pacientemente recorra el áspero sendero de los documentos advertirá que nada prueba tan temeraria afirmación, pues los hechos se encadenan con vitalidad rotunda.
E12 de octubre de 1594 Jofré donó tierras al capitán Juan de Barreda Estrada y a su hijo; el 15, Pedro López de Novoa pleitea por el cacique Zabaleta; el 20, Barreda toma posesión de sus tierras de los Apóstoles y del Carrizal, éstas últimas ubicadas entre las de Francisco Muñoz y las del maestre de campo Pedro Gil de Oliva; el 23, Muñoz obtiene una nueva merced de trescientas cuadras en el Río Quinto, a una legua -del vado de las carretas, y el mismo día Jofré le concede un solar para molino en esta ciudad, cerca del terreno de la iglesia matriz. También Bartolomé Díaz obtiene tierras en el Carrizal y otros pobladores, como Adrián Cornejo y Diego Céliz de Quiroga, recorren la región para empadronarla.
De regreso de Mendoza, con fecha 3 de noviembre el fundador comisiona a Francisco de Riberos Figueroa para que "corriendo por esta parte de la gran cordillera nevada hasta la mar del Norte y estrecho de Magallanes" por no poderlo hacer él personalmente, en raz6n de tener que "proveer de bastimentos y pertrechos necesarios y concernientes a la gente de guerra que asiste en la ciudad de San Luis de Loyola".
Por esos mismos días, Gabriel Rodríguez de León "vecino encomendadero de la ciudad de San Luis de Loyola", vende a Baltasar de Arce quinientas cuadras que posee en las cercanías de la nueva población, "dos leguas más adelante de la dormida que llaman el Carrizal".
En las postrimerías de noviembre de 1594, don Luis Jofré manda dar a Francisco Muñoz y al capitán Juan Luis de Guevara las tierras del Carrizal que les donara en agosto de 1593, destacando entonces que ellos deben ser preferidos a cualquier otro, como primeros pobladores.
Que la ciudad tenía realidad concreta lo testimonia la carta que el 27 de diciembre, desde Córdoba, Rodrígo de Salinas escribe a Lope de la Peña, vecino de Mendoza: "En cuanto a la población que el general don Luis hizo en la Punta de los Venados, cosa clara es que ha de redundar de ello muchos pleitos, así con vuestra merced como con otras personas que tienen allí encomiendas".
El año 95, aunque más parco en documentos, no deja de ofrecer nuevos eslabones. El 15 de enero, en el asiento de Chalachiri, Francisco Muñoz toma posesión de las tierras del Carrizal, ante el alcalde don García de Reinoso y en presencia del escribano público y de cabildo Alonso de Villegas y de los testigos Pedro Casero, Juan Cabrera y Bartolomé Díaz. En septiembre Juan Luis de Guevara vende su parte al tesonero Muñoz por madera que éste se compromete a terminar de pagar en todo el mes de marzo de 1596. Pero 10 más importante es que el 11 de noviembre de 1595 don Luis Jofré visita otra vez la jurisdicción puntana y "en la ciudad de San Luis de Loyola" declara que el cuerpo de tierras de que hizo merced a ambos pobladores debe tener "debe tener veinte y cinco cuadras del pie de la sierra que está enfrente del dicho Carrizal hacia el Poniente, corriendo los pies hacia el Levante, así como va el carril de las carretas". Si los amanuenses son fieles, estos documentos vendrían a demostrar que Jofré no estuvo de paso cuando fundó San Luis, sino que veló por ella, visitándola en el tiempo oportuno, como harían después los demás Corregidores.

Ubicación y traslados

Aunque respetables historiadores han determinado ya, "ante la luz de la historia", el lugar de la fundación de San Luis, es conveniente agregar nuevas noticias para alcanzar a comprender mejor cuán peligrosas resultan, a través del tiempo, ciertas repeticiones.
Sostuvo Lallemant que la Nueva Medina de Río Seco "estaba en el Talar a 1/2 legua al Oeste de la hoy ciudad de San Luis de Loyola". Gez recoge y amplía esa información, escribiendo sin hesitación: "La planta de esta ciudad estuvo como a una legua más al Oeste de la actual capital, lugar llamado El Talar, donde aún se ven los vestigios de tapias y de calles". Pero el autor de la conseja fue Barroso, quien en su crónica periodística de 1880 dice estas cosas sobre la nueva ciudad:
"El local que se eligió para plantarla, no fue el mismo en que hoy se encuentra, sino dos kilómetros al Oeste, donde, hasta hace pocos años, existían las ruinas del templo y otros edificios que hubieron allí. El punto elegido no fue a propósito para el fin a que se destinó, tanto por no haber en él aguas subterráneas, como porque la muy escasa que suministra la del río Chorrillo, no alcanzaba a la nueva población, sino en parte muy pequeña.
Esto obligó a los pobladores a abandonarla y colocarla en el Bajo que forma un delta del Chorrillo. Aquí tampoco sirvió por el peligro que ofrecen las crecientes que bajan de la sierra en tiempos de grandes lluvias. Al fin tuvieron que traer definitivamente la población a la hermosa planicie inclinada de Este a Oeste, en que hoy se encuentra ubicada la ciudad."
La documentación que el P. Cabrera exhumó en archivos cordobeses ha servido para demostrar que la ciudad de San Luis fue fundada en el Bajo, trasladada más tarde hacia el Oeste y establecida, finalmente, en el lugar que hoy ocupa.
Sin echar en saco roto las Leyes de Indias, pensamos que el conquistador imitó al aborigen en su natural búsqueda de la proximidad del agua. Acierta Gez cuando expresa que el indio, en "su movimiento inmigratorio dentro del territorio, no se apartó jamás del curso de las aguas" y que "allí vinieron también a fundirse los nuevos elementos étnicos que aportó la conquista española". Recuérdese que Francisco Muñoz, al solicitar las tierras del Carrizal "para hacer sus chacras y tener sus ganados", destaca la existencia de una dormida o paradero junto al camino de las carretas y que aquello que pide "es el agua que está en dicho Carrizal y se llama Teutenap".
Nuestro desolado Río Seco actual nos aparta, con su enjuta cicatriz, del afán y el quehacer de los primeros pobladores. Pero es preciso recordar que ese cauce macilento es el mismo que ceñía las aguas del Chorrillo cuando la planicie del Bajo se presentó, promisoria, a los ojos de los españoles. En esa ribera -que no guardaba el recuerdo de las crecientes estivales- hizo trazar Jofré los solares de su medina puntana, regada por una acequia con vigor suficiente para dar vida al molino de Muñoz. Y sólo cuando las repetidas inundaciones demostraron lo riesgoso del paraje, los pobladores se apartaron del agua combativa, estableciéndose en el Talar.
El traslado o reedificación lo ordenó el Corregidor de Cuyo, general don Juan de la Guardia Berberana quien en esta ciudad, el 12 de octubre de 1643, en presencia de los capitulares Juan Gómez Isleño y Francisco Díaz Barroso, para que los vecinos y moradores pudiesen mejor y con más comodidad sustentarse, "dio por vacas todas aquellas tierras que hubiere desiertas y despobladas, de los vecinos que se hallaron en la población primera, pues ha más de cuarenta y nueve años y no las han poblado ni se esperan vendrán, pues se les dio con la calidad de que la poblasen".
Sin embargo, el paraje del Talar no fue propicio para el sustento de la población. Así lo declaraba en 1872 don Lino Páez, añadiendo que la falta de agua "obligó por segunda vez en 1689 a cambiar la ubicación de la ciudad, buscando la proximidad de las vertientes".
Aunque San Luis no volvió al Bajo, esas tierras continuaron siendo las mejores para las labranzas. En ellas y por ellas, junto con el trigo y el maíz, crecieron las rencillas y los pleitos. Y hasta fueron fecundas en "consejas de viejas" -como bien dijera Poblet- para regodeo de escritores tendenciosos.
Sin poder exhibir el acta que la liberase de avances y tutelas, la ciudad de San Luis pidió ser aprobada y confirmada, para que su existencia legal "fuese permanente" y continuase "en mucha estabilidad redimida en servicio de Dios nuestro Señor y de su majestad y bien común de españoles y naturales, por estar fundada en parte cómoda".
Asimismo solicitó que se le señalase el término y jurisdicción que había de tener, el cual debía ser el mismo que el general don Luis Jofré le señalara al tiempo de su población.
Consecuentemente, con fecha 25 de septiembre de 1603, el gobernador de Chile don Alonso de Rivera hizo saber "que a la fundación y población hecha por el dicho general don Luis Jofré de la dicha ciudad de San Luis de Loyola, en el real nombre la apruebo y confirmo para que tenga el dicho aditamento y nombre de San Luis de Loyola y sujeta al patrimonio real de Castillo y corona real de León.
En el mismo documento, Rivera expresaba: "Señalopor término y límite de jurisdicción a la ciudad dicha, el camino que va a la ciudad de Mendoza desde la ciudad de San Luis de Loyola hasta el Desaguadero, que está distancia de doce leguas, poco más o menos, porque pasando el dicho Desaguadero de la otra parte se entienda ser jurisdicción de la ciudad de Mendoza".
También mandó el gobernador de Chile que los indios de la jurisdicción de San Luis en manera alguna fuesen obligados "de presente ni en tiempo alguno" a acudir a la ciudad de Mendoza con servicios ni tributos.
Se consolidaba así la fundación de Jofré y la ciudad sin blasones entraba a ganarlos con valor e hidalguía, para bien de Cuyo.


LUIS JOFRÉ

Don Luis Jofré de Loaiza nació en Santiago de Chile y era hijo del general Juan Jufré y de doña Constanza de Meneses. Siguió las huellas de su padre, tanto en las empresas de guerra como en las actividades industriales. Heredó la encomienda de Petorea y poseyó casas, viñas y estancias en Nuñoa, Chiquén, Peteroa y Villavicencio. Fue regidor y alférez real en Santiago en 1581; en 1593 Martín García Oñez de Loyola lo nombró su lugarteniente de capitán general y corregidor de Cuyo. Reedificó la ciudad de San Juan y fundó la de San Luis de Loyola, pagando de su propio caudal a los soldados que le acompañaron. Volvió a Chile en 1596, sufrió un proceso criminal y fue condenado a una multa en dinero y confinamiento en el mismo territorio chileno. Comisionado por el gobernador Pedro de Vizcarra, llevó al Perú la noticia del desastre Curalava y de la muerte de Loyola, ocurrida el 23 de diciembre de 1598. Por sus grandes servicios y experiencia en la guerra, Quiñones lo nombró maestre de campo general del reino de Chile. El 22 de agosto de 1611 hizo su testamento en la ciudad de Santiago, donde falleció ese mismo año y fue enterrado en el convento de Santo Domingo. Había contraído matrimonio en la Imperial, en 1588, con doña Francisca de Gaete, y fueron sus hijos Juan, Luis, Diego, Beatriz y Luciana.
Tuvo particular devoción por Nuestra Señora, a la que dedicó la iglesia de la ciudad, que fundó en 1594 en la Punta de los Venados. Magnánimo y agradecido, dispuso en su testamento que se repartiesen mil ovejas entre los indios de su hacienda de Peteroa, así como ordenó que sus esclavas Isabel y Elena no fuesen vendidas. Si bien el fundador de San Luis firmaba Jufré, la firma Jofré aparece ya en documentos del siglo XVII y es la que adoptan sus descendientes.

FUENTES

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