Capitulo II
La Fundación de San Luis
CAPITULO II
LA FUNDACiÓN DE SAN LUIS
La idea de fundar 1 Entrecruzadas noticias, recogidas en diversos documentos no siempre
bien ponderados, han acumulado errores y dislates alrededor del proceso
de la fundación de San Luis.
Así, la historia mal aprendida se convierte en manantial
de leyendas y misterios, gratos a quienes prefieren el fácil
camino de las repeticiones. Sin embargo, aquel proceso
puede aún ser estudiado y comprendido, por encima del
acta desparecida y más allá de la documentación reveladora que manos interesadas se esmeraron en destruir.
Como pasos precursores de la fundación se mencionan,
preferentemente, un destacamento en Conlara, la ciudad de
Benavente y un fuerte en el Portezuelo del Chorrillo. De
los tres es preciso escribir algunos párrafos, para separar
lo verdadero de lo imaginado o burdamente zurcido.
Afirmase que, en 1551, Villagra se detuvo "en Conlara
con el ánimo de fundar allí una población" y que, "intretanto, dejó un
destacamento", el que hizo retirar luego de recibir las provisiones que
concluyeron con "la horrible
tortura del hambre" y le permitieron pasar la Sierra Nevada. El
acaudalado Medina -rico de dinero y de paciencia- reunió muchos papeles
que, si bien certifican que Villagra anduvo "buscando tierras para
poblar", demuestran que el capitán de Valdivia no podía fundar ninguna
ciudad porque no tenía poderes para hacerlo, ya que sólo
había sido enviado a buscar refuerzos para la conquista
de Chile. La misma documentación mediniana explica cómo Villagra se
adelantó con algunos soldados y suministra valiosas noticias sobre la
gran mortandad de indios que sufrió el grueso del contingente, a
consecuencia de una tormenta de nieve, tras haber reiniciado la marcha
el día de San Juan.
Aunque no es posible determinar con certeza el lugar
donde estuvo acampado el contingente, puede probarse que
no se trataba de un destacamento sino de lo principal del
refuerzo que Villagra conducía a Chile: Soldados, artesanos, yanaconas,
negros e indígenas sometidos durante la marcha, además de quinientas
cabalgaduras "y otras cosas con que ennobleció la provincia".
En el valle de la Vera Cruz, explorado por Juan Jufré
en 1562, proyectaba Villagra fundar la ciudad de Benavente, sin duda
como un testimonio de gratitud hacia quien tanto había pesado en las
empresas guerreras de ambos conquistadores. Mas esa población no sería
trazada en la
extremidad de la sierra puntana, sino "en la provincia de
Conlara", es decir en las proximidades del río de ese nombre, más allá
de los cerros de los Apóstoles y acaso en el paraje denominado La Cruz,
origen de nuestro Concarán actual. Pero la ciudad de Benavente nunca
fue fundada y
"no pasó de la ensoñación de algún ambicioso conquistador
o explorador, cuando no cristalizó en el magín de algún
cronista fantasioso".
Según Gez, "existe la tradición de que, desde un principio, las
autoridades de Mendoza vinieron a fundar al pie de la sierra, un
fuerte, reducción o ciudad con el nombre de Benavente, el cual parece
establecióse por algún tiempo
en el Portezuelo del Chorrillo". Los documentos, que circunscriben al
ámbito de "ciudad ideal" la población de Benavente, nada dicen de ese
mudable fuerte. No de,la de ser notable, en consecuencia, que Torre
Revello haya afirmado
que "en 1593 el general Luis Jufré y Meneses levantaba
en la llamada Punta de los Venados un pequeño fortín que fue origen de
la ciudad de San Luis de Loyola, fundada por
el mismo jefe en 1596". Y es más notable aún porque, de
haber levantado Jofré -o Jufré- el pequeño fortín en
1593, de hecho hubiera fundado la ciudad, como lo explica
la sapiencia de Levillier cuando dice:
"Evidente es que la práctica de construir un
fortín como principio de ejecución, era usual entre
los conquistadores. Tal hicieron los soldados de
Pérez de Zorita en Córdoba de Calchaquí, Cañete y
Londres, los de Castillo en Mendoza, y más tarde
los de Abreu en el valle Calchaquí y los de Lerma
en el de Salta, antes de dar por fundada la ciudad. y era válida la
fundación misma, aún cuando no se cumpliese en hecho en años
subsiguientes. Don
Gerónimo Luis de Cabrera levantó el acta el 6 de julio de 1573, y aún
cuando en ese momento sólo existiese un rancho, un fuerte o el rollo y
la picota,
quedaba la ciudad (de Córdoba) legalmente asentada, con su cabildo y
sus autoridades."
Sin embargo, afirmamos que ni "desde un principio" ni
en 1593 hubo en la Punta de los Venados fuerte o fortín.
Cuando San Luis nació, nació ciudad, aunque sus pobladores estuviesen
"de presidio" -es decir, de guarnición- por orden de don Luis J ofré,
puesto que "si se descarnase esta ciudad de gente, sería en deservicio
de Su Majestad".
Un poblador de 1593 La carencia de documentación cuyana relacionada con
su actuación como Teniente de Gobernador, impide seguir
detenidamente las huellas del fundador de San Luis de
este lado de los Andes. Con fecha 17 de abril de 1593, don
Martín García de Loyola informaba al rey haber nombrado
por su lugarteniente de Capitán General en la Provincia
de Cuyo a don Luis Jofré. Dos meses después, el 21 de
junio, Jofré hizo merced a don Juan Eugenio de Mallea
de doscientas cuadras de tierras a media legua de la ciudad
de San Juan. y el 9 de agosto de 1593, en Mendoza, otorgaba dos mercedes de tierras en la jurisdicción puntana.
Dice uno de los documentos:
"El General don Luis J ufré, Teniente de Gobernador y Capitán General y
Justicia Mayor en esta provincia de Cuyo, jurisdicción del Reino de
Chile,
por el Rey nuestro señor. Por cuanto por parte de
Francisco Muñoz me ha sido hecha relación diciendo
que para poderse sustentar en esta ciudad de Mendoza, donde tiene su
casa poblada, tiene necesidad de un pedazo de tierras en que hacer sus
chacras
y tener sus ganados, la cual había vaca en la dormida del Carrizal que
está tres leguas, poco más o menos, de la Punta de los Venados, camino
de los
juríes, que es el agua que está en el dicho Carrizal
se llama Teutenap y la tierra Icunap en la cual
parte me pidió y suplicó le hiciese merced de doscientas cuadras de
tierras y por mí visto.lo susodicho, atento a que el dicho Francisco
Muñoz ha
servido a su Majestad, doy por la presente como
mejor puedo y de lo dicho debo, en nombre del Rey
nuestro señor y en virtud de los reales poderes que
me son dados y subrogados por el Gobernador de
este Reino, hago merced al dicho Francisco Muñoz
de doscientas cuadras de tierras en la parte y lugar
de uso deslindado y declaro que linda con tierras
del capitán Juan Luis de Guevara, a quien este día
le hice merced de doscientas cuadras de tierras en
las dichas tierras, con tal que entre ambos haya y
gocen de lo mejor de las dichas tierras por iguales
partes."
El texto de la otra merced hecha al capitán Juan Luis
de Guevara "para mejor sustentar su vecindad", expresa
que "la tierra se llama Usunap" aunque está también redactado por el escribano Gabriel Rodríguez de León.
Las tierras otorgadas por Jofré son el cogollo de la
puntanidad, pues estaban ubicadas en lo que andando el
tiempo se denominaría Estancia Grande, las Chacras y Potrero de los Funes. Mas lo que interesa destacar de estos
documentos es la existencia de una dormida o paradero en
la Punta de los Venados; a la vera del camino que conducía
a Córdoba.
No hay en el texto ninguna referencia a la ciudad, fundada o por
fundarse, ni se menciona fuerte alguno. En cambio, es terminante la
indicación sobre el quehacer de quienes pretendían poblar el paraje:
"hacer sus chacras y
tener sus ganados".
Dos años después, el capitán Juan Luis de Guevara
vendió su ..parte a Muñoz por "veinte y cinco piernas de
tijeras, de a catorce o quince pies de largo cada pierna, y
catorce umbrales de a dos palmos de ancho y de largo como
un eje, toda la cual dicha madera ha de ser de quebracho".
Con lo que se revela otro de los principales elementos de la
economía puntana: la madera de sus montes, que tanto sirvió a la industria y al comercio de Cuyo.
Juan Luis de Guevara, natural de la Serena y morador
de la ciudad de Mendoza, no quiso atarse a la serrana Usunap. En cambio
don Francisco Muñoz ya no se apartó de la Punta de los Venados. Acaso
era el mismo conquistador a quien Villagra, en 1563, encomendó al
cacique Canchuleta
con todos sus pueblos. Más lo cierto es que, un año después,
asistió a la fundación de la ciudad de San Luis de Loyola,
para dar su vigor y su constancia al linaje troncal de los
Muñoz de Aldana.
Afirma Lallemant que "la propiedad individual de las
tierras data aquí del 2 de octubre de 1594, fecha en que el
general Luis Jofré, como fundador de esta ciudad de la
Nueva Medina de Río Seco... otorgó a favor del capitán
Juan de Barreda Estrada las tierras del Carrizal y de los
Cerros de los Apóstoles", afirmación que ha sido repetida
por diversos autores, desde 1888 hasta nuestros días.
Esa referencia puede ahora corregirse documentalmente, ya que las
primeras mercedes que conocemos son las que Jofré concedió a Francisco
Muñoz y al capitán Juan Luis de Guevara el 9 de agosto de 1593, cuando
aún no
había sido fundada la ciudad de la Punta.
Intervención Federal
Decreto NQ 1959 -G.
Exp. NQ 4160 -C -1944
San Luis, junio 13 de 1944
Visto el informe presentado por los señores Subsecretarios de Gobierno de la Provincia, don Guillermo F. Valerga
Aráoz, y profesores doctores Nicolás Jofré, Juan C. Saá y
Gilberto Sosa Loyola, referente a la fecha de la fundación de
la ciudad de San Luis y a quien fue su ilustre fundador, en
cumplimiento de lo dispuesto en el decreto NQ 107 de fecha
29 de diciembre de 1943, y Considerando:
Que en el referido informe, cuya importancia debe destacarse no
solamente por el estudio y dedicación que han puesto de manifiesto sus
autores, quienes han debido consultar una abundante bibliografía y
buscar la documentación pertinente, sino también porque con el mismo se
pone término a la duda
que existía respecto al hecho histórico y al nombre del fundador de la
ciudad, se expresa que se ha llegado en forma terminante y sin lugar a
dudas a las siguientes conclusiones:
1) Que se ha perdido el acta de la fundación de San
Luis, ignorándose, por consecuencia, el día exacto en que tuvo
lugar el acontecimiento histórico;
2) Que la fundación de la ciudad de San Luis se efectuó
en el año 1594 y antes del mes de octubre;
3) Que es muy probable que la fecha de fundación de
la ciudad de San Luis haya sido el 25 de agosto, día del
Santo Patrono;
4) Que el ilustre fundador de la ciudad de San Luis fue
el General don Luis Jofré y no don Martín García Oñez de
Loyola, como equivocadamente se ha venido repitiendo;
Que, en consecuencia, corresponde que el Gobierno, de
acuerdo a lo dispuesto en el decreto NQ 107, de fecha 29 de
diciembre de 1943, establezca en forma oficial la fecha de
la fundación de la ciudad de San Luis y quien la efectuó, para
conmemorar anualmente tan importante acontecimiento y honrar a su
fundador.
Que, es necesario también que dicho informe, con la documentacion
petinente, se conozca publicamente para que se sepan las razones por
las cuales se ha llegado a las conclusiones mencionadas.
Por ello,
EL INTERVENTOR DE LA PROVINCIA
EN ACUERDO DE MINISTROS
DECRETA:
Art. 1.- Apruébase en todas sus partes el informe presentado. por los
señores Subsecretario de Gobierno, don Guillermo F. Valerga Aráoz, y
profesores doctores
Nicolás Jofré, Juan C. Saá y Gilberto Sosa Loyola,
con fecha 7 del corriente, y que se halla agregado
al expediente NQ 4160 -C -1944, referente a la fecha en que fue fundada
la ciudad de San Luis y quien fue su fundador.
Art. 2.- Establécese oficialmente que la ciudad de San Luis
fue fundada en el año 1594, muy probablemente el
día 25 de agosto, y que el ilustre fundador fue el
General don Luis Jofré.
Art. 3.- Institúyese el día 25 de agosto para que anualmente se celebre
el aniversario del referido acontecimiento histórico y se honre al
fundador de la ciudad.
Art. 4.- Danse las gracias a los miembros integrantes de la Comisión
por los importantes y desinteresados servicios prestados a la Provincia.
Art. 5.- Imprímanse trescientos ejemplares del referido informe,
conteniendo la documentación pertinente, en papel de primera calidad,
como así también dos mil
ejemplares, en edición popular, encargándose al nombrado señor
Guillermo F. Valerga Aráoz para que dirija la impresión.
Art. 6.- Por el Ministerio de Gobierno se adoptarán oportunamente las
medidas del caso para la distribución de los ejemplares a que se
refiere el artículo anterior, a las bibliotecas instituciones
oficiales, escuelas y demás establecimientos de educación y
particulares.
Art. 7.- El Consejo de Educación de la Provincia tomará
las medidas necesarias para que se enseñe a los
alumnos de las escuelas lo relacionado con la fundación de la ciudad de
San Luis, de acuerdo a las conclusiones del informe referido.
Art. 8.- El gasto que demande el cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 5, se imputará al presente Acuerdo.
Art. 9.- Comuníquese, publíquese, dése al Registro Oficial Y archívese.
HORACIO CARRANZA
Guillermo F. de Nevares (h)
Roberto Corbella Figini
la fundación
Ya es tiempo de ir desechando por inútil y contraproducente todo lo
erróneo que se ha sostenido con respecto a la fundación de la ciudad de
San Luis. Quien se interese por conocer las vicisitudes del tema, así
como el ir y venir
de cronistas e historiadores, podrá leer con provecho el
minucioso trabajo que realizaron los doctores Nicolás Jofré, Gilberto
Sosa Loyola y Juan Carlos Saá, con la colaboración del señor Guillermo
F. Valerga Aráoz, en 1944.
Al margen de tanteos y simples repeticiones, podemos
sostener que, si bien el 9 de agosto de 1593 la ciudad de
San Luis no existía, ya estaba fundada el 2 de octubre de 1594.
En efecto: este día el general don Luis Jofré, "Teniente de Gobernador
y Justicia Mayor de las ciudades de las provincias de Cuyo por el Rey
nuestro señor, y fundador
y poblador de esta ciudad de San Luis de Loyola, Nueva Medina de Río
Seco", hizo merced al capitán Juan de Barreda Estrada y a Juan de
Barreda, su hijo, de dos pedazos de tierras o estancias: el uno, en el
Carrizal, "dos leguas y media de esta ciudad", y el otro, delante de la
dormida de las Peñuelas, en las cercanías del cerro de los
Apóstoles, "trece leguas de esta ciudad". A mayor abundamiento, digamos
que esta merced fue heha "en la ciudad de San Luis de Loyola, Nueva
Medina de Río Seco, en dos
días de octubre de mil y quinientos y noventa y cuatro años",
con intervención de Gabriel Rodríguez de León.
Varios documentos fechados en San Luis, ese mismo
mes de octubre, revelan que Gabriel Rodríguez de León era
alcalde de la nueva ciudad y que igual cargo desempeñaba
don García de Reinoso, en tanto que el capitán Juan de
Barreda Estrada ejercía el empleo de Justicia Mayor y
don Alonso de Villegas el de Escribano Público y de Cabildo.
Todo lo cual evidencia que Jofré no fundó un fortín sino
una ciudad, dándole las autoridades que las leyes establecían. A ellas se agregan los vecinos que oportunamente mencionaremos.
Se sigue, no obstante, reclamando el acta y hasta alguien se aventura a
suponer que, acaso, ella nunca haya existido. Sin embargo, los pocos
documentos que se salvaron de la destrucción intencional, alcanzan para
certificar
que Jofré no procedió en forma arbitraria. Uno de los fundadores, Pedro
López de Novoa, declara que en la ciudad
de San Juan de la Frontera le fue notificado por el capitán
Juan de la Barreda "que dentro de cuarenta días me hallase
en la fundación de esta ciudad, pena de suspensión de indios". Y el
mismo Jofré, a mediados de diciembre de 1595,
dijo: "que habrá más tiempo de un año que mandó por
su auto que fue pregonado públicamente, que todos los vecinos de esta
ciudad (de Mendoza) exhibiesen las encomiendas que tenían para que,
conforme a ellas, fuesen amparados en lo que legítimamente les
perteneciese, y esto fue
con intención de que pretendía poblar la ciudad de San
Luis de Loyola, como lo ha hecho, y los indios que apareciesen no estar
encomendados se repartiesen en los pobladores".
Con respecto al nombre de la ciudad, queda asentado
que don Luis Jofré la denominó San Luis de Loyola, Nueva
M edina de Río Seco (y no del Río Seco, como suele escribirse por indebida asociación con el Río Seco puntano).
El punto ha sido bien estudiado por monseñor Cabrera, quien escribe:
"Los españoles no bautizaban de ordinario, caprichosamente, o sea como
al acaso, a los pueblos o ciudades que erigían en los territorios por
ellos
conquistados. Vinculaban su denominación al Santo
del día, al nombre de algún personaje preclaro, a
una efemérides, a un hecho memorable, a alguna
singularidad topográfica, etc.: y a esta línea de conducta amoldó
escrupulosamente Luis Jofré la suya,
al abrir los cimientos de 1a urbe que había de inmortalizarlo.
Apellidóla, San Luis de Loyola, Nueva Medina, de Río Seco, que es a mi
manera de ver,
el nombre original de la misma, es decir, su apellido actual
reintegrado a la forma del que se le asignó en la pila, vale decir,
para su erección. Este nombre pues, a despecho de lo vario y múltiple
de su estructura, constituye, bajo el aspecto de su significado, una
armonía. Analicémoslo.
Llamóse San Luis la nueva urbe, por la circunstancia de que su fundador
traía desde la pila el nombre del hijo de Blanca de Castilla, Rey de
Francia, Ludovicus, Luis; de Loyola, "en contemplación" (que dijera el
erudito Lozano), del entonces
Gobernador y Capitán General de Chile, don Martín
García Oñez de Loyola, propulsor de la jornada
que llevó a cabo en la Provincia de Conlara su Teniente; Nueva Medin
de Río Seco, porque el pueblo natal de Juan Jufré, padre del Luis de nuestra narración, fue el llamado Medina de Río Seco, de
la Provincia de Valladolid. en la Península."
Frecuentemente, la ciudad de San Luis de Loyola fue
mencionada simplemente como la Punta o la ciudad de la
Punta, aunque más de una vez lo común se engarza en lo
oficial y el amanuense escribe ciudad de la Punta de San
Luis de Loyola. Lo cual es mucho más aceptable que esos
titubeos o trocatintas que se pretende revalidar como denominaciones de la Nueva Medina de Río Seco.
El laborioso Padre Sal daña Retamar, en una de sus
amenas y valiosas indagaciones sobre el pasado puntano,
agrupó los nombres de catorce "valientes capitanes" que,
con "algunos más", habrían llegado a "estos contornos breñosos en la
primavera de 1594". Pero como el prudente dominico aclara luego, en
nota puesta al pie de esa misma
contribución, "N o todos estos conquistadores y pobladores fueron
propiamente fundadores, pero arribaron pocos años después", tenemos que
limitamos a mencionar aquellos de los que existen constancias
documentales de haber asistido
a la fundación. Son ellos, ordenados alfabéticamente: Juan
de Barreda Estrada, Juan Cabrera, Pedro Casero, Diego
Céliz de Quiroga, Alonso de Coria Bohorques, Adrián Cornejo, Bartolomé
Díaz, Juan Fernández Perín, Andrés de Fuensalida Guzmán, Alvaro de
Gelves, Pedro Gil de Oliva, Pedro López de Novoa, Juan Luis de Guevara,
Hemán Martín Cecilio, Silvestre de Monsalve, Gregorio Morales de
Albornoz, Diego Muñoz, Francisco Muñoz, Lope de la Peña, García de
Reinoso, Francisco de Riberos y Figueroa, Gabriel Rodríguez de León,
Martín Tejero, Luis de Valencia,
Andrés de Videla y Alonso de Villegas.
Veintiséis nombres a los que es preciso agregar el de
Juan Gómez Isleño, figura que transita caminos de leyenda.
Juana Coslay y los michilingües
Lallemant, que trabajó tenazmente con los raídos papeles de las
mercedes reales, expresaba en 1888: "A Juana Coslay, hija bautizada de
un cacique, se dieron todas las tierras desde el Salto de las Piedras
Anchas sobre ambas
márgenes del Río Quinto, a mejor lindar hastá los límites
de este Reino de Chile con el de Tucumán". Este es uno de
los hilos de la leyenda. Los otros, de más vivos colores, los
entrelazó Gez en 1916 al ocuparse de los michilingües, palabra que él
escribe michilingue. Y esta es la trama:
"Desde el principio de su establecimiento, los
españoles entraron en amistosas relaciones con los
michilingues, que habitaban el valle del Chorrillo y
parte sud de la ciudad, merced a la prudencia y
celo apostólico de los dominicos que vinieron con
los primeros pobladores. Ya dijimos que los aborígenes de esta región
tenían una relativa cultura,un carácter dócil y que eran aptos para
asimilarse
la vida civilizada, circunstancias que hicieron más
humano el sistema de encomiendas, mientras que,
en otras partes, los indígenas sucumbían a los rigores de una
esclavitud y de unas fatigas a las cuales no estaban acostumbrados.
Prueba evidente
de esta fácil sumisión, es la alianza con uno de los
principales caciques de los michilingues llamado
Koslay, con la única condición de reconocer la autoridad del soberano
español y de someterse a sus legítimos representantes.
Una de sus hijas fue bautizada solemnemente
con el nombre de Juana y se desposó con un oficial
Gómez Isleño, al cual se le otorgó la merced de las
tierras de Río V, hasta el limite con Córdoba...
Muchos otros españoles imitaron ese ejemplo, desposándose con las
jóvenes indígenas y constituyendo así las primeras familias de criollos
que, aunque
dispersas en la vasta campaña, fueron los elementos
con los cuales debían formarse los futuros núcleos
de las poblaciones puntanas, comenzando por su
propia capital."
Larga es la lista de los estudiosos que han tratado, sin éxito, de
averiguar algo más sobre esos "michilingues", "pobladores de los
valles", "rama de la gran familia de los
diaguitas". Lo único que ha alcanzado a conocerse es la fuente en que
bebió Gez.
En 1880 el periódico puntano "El Oasis" publicó una colaboración
titulada Fundación de la ciudad de San Luis, trabajo que alguna vez
atribuimos a Ricardo Benabal, aunque es muy posible que pertenezca a
Raimundo Barroso.
De esa amena "crónica" entresacamos estos notables párrafos:
"En 1557 ya había sido conquistado todo el Litoral y fundada la ciudad
de Mendoza. En 1559 se presentaron ante el Gobierno de dicha ciudad,
varios indios emisarios del cacique Koslay, jefe de las tribus de
indios michilingües, que habitaban en el local llamado Bajo y en la
sierra y valles de ambas vertientes de esta provincia. Éstos llevaban
por objeto hacer acto de sometimiento a las autoridades españolas, y a
quejarse, punto principal de su misión, de las continuas hostilidades
que recibían de sus vecinos, los indios Comechingones de la sierra de
Córdoba, quienes los invadían en tiempo de las cosechas y les llevaban
la algarroba, fruto natural muy apreciable para ellos porque de él
destilaban la famosa chicha, que hasta el día se acostumbra entre la
gente del campo.
...La expedición de los conquistadores debió salir de Mendoza (según
las antiguas crónicas) en los primeros días del mes de agosto de 1597.
...Cuando llegaron aquí, el cacique Koslay dio un nuevo testimonio de
su voluntario y manso sometimiento a las autoridades españolas,
recibiéndolas con expresivas y muy cordiales deferencias... El día 25
del mismo mes fue el indicado para que tuviese lugar la fundación de la
futura ciudad. Para ese día fueron invitados el cacique Koslay, su
familia y los indios más notables de su tribu."
El incógnito cronista enumera luego las circunstancias favorables que
permitieron realizar la conquista de esta tribu sin derramar una sola
gota de sangre. La última de ella es "el casamiento de uno de los
capitanes de la expedición, Gómez Isleño; con una hija del cacique
Koslay", punto sobre el cual cree conveniente agregar "algunas
palabras". Helas aquí:
"Ya se ha dicho que a la gran fiesta de la fundación de la ciudad
asistió el cacique Koslay con su familia, entre la que descollaba por
su hermosura
y gracias naturales la preciosa Arosena, hija del cacique. Ya sea que
el capitán Gómez Isleño se impresionase realmente de la hermosura de
una mujer indiana o que a ello fuera inducido por razones de alta
política, él pidióla al cacique para su esposa. La boda no se hizo
esperar. Se casó católicamente después de ser bautizada con el nombre
de Juana. Este ejemplo siguieron varios de sus compañeros, contrayendo
enlaces matrimoniales con las mujeres indias... Mezcladas así las dos
razas, estas uniones fueron troncos de las principales familias de esta
provincia,"
Si el capitán Juan Gómez Isleño asistió, efectivamente, a la fundación
de San Luis, tendría el mérito de ser fundador de todas las ciudades de
Cuyo: Mendoza, la Resurrección, San Juan de la Frontera y la ciudad de
la Punta, documental o líricamente, lo cuentan entre sus esforzados
pobladores. Cosa que tal vez hubiese resultado grata al colaborador del
"Oasis", ese que se conformó con poner al
pie de su artículo una B que despista e intriga. Pero los viejos
papeles suelen recortar las alas de, la fantasía. Ellos sostienen que
el primer Juan Gómez Isleño ya había muerto en 1593. Y que el otro
llegó de San Juan bastante después.
Los primeros tiempos Con demasiada frecuencia se ha escrito que la
fundación de San Luis no se formalizó hasta 1596. Mas quien
pacientemente recorra el áspero sendero de los documentos advertirá que
nada prueba tan temeraria afirmación, pues los hechos se encadenan con
vitalidad rotunda.
E12 de octubre de 1594 Jofré donó tierras al capitán Juan de Barreda
Estrada y a su hijo; el 15, Pedro López de Novoa pleitea por el cacique
Zabaleta; el 20, Barreda
toma posesión de sus tierras de los Apóstoles y del Carrizal, éstas
últimas ubicadas entre las de Francisco Muñoz y las del maestre de
campo Pedro Gil de Oliva; el 23, Muñoz obtiene una nueva merced de
trescientas cuadras en el Río Quinto, a una legua -del vado de las
carretas, y el mismo día Jofré le concede un solar para molino en esta
ciudad, cerca del terreno de la iglesia matriz. También Bartolomé
Díaz obtiene tierras en el Carrizal y otros pobladores, como Adrián
Cornejo y Diego Céliz de Quiroga, recorren la región para empadronarla.
De regreso de Mendoza, con fecha 3 de noviembre el fundador comisiona a
Francisco de Riberos Figueroa para que "corriendo por esta parte de la
gran cordillera nevada hasta la mar del Norte y estrecho de Magallanes"
por no poderlo hacer él personalmente, en raz6n de tener que "proveer
de bastimentos y pertrechos necesarios y concernientes a la gente de
guerra que asiste en la ciudad de San Luis de Loyola".
Por esos mismos días, Gabriel Rodríguez de León "vecino encomendadero
de la ciudad de San Luis de Loyola", vende a Baltasar de Arce
quinientas cuadras que posee en
las cercanías de la nueva población, "dos leguas más adelante de la
dormida que llaman el Carrizal".
En las postrimerías de noviembre de 1594, don Luis Jofré manda dar a
Francisco Muñoz y al capitán Juan Luis de Guevara las tierras del
Carrizal que les donara en
agosto de 1593, destacando entonces que ellos deben ser preferidos a
cualquier otro, como primeros pobladores.
Que la ciudad tenía realidad concreta lo testimonia la carta que el 27
de diciembre, desde Córdoba, Rodrígo de Salinas escribe a Lope de la
Peña, vecino de Mendoza: "En
cuanto a la población que el general don Luis hizo en la Punta de los
Venados, cosa clara es que ha de redundar de ello muchos pleitos, así
con vuestra merced como con otras personas que tienen allí encomiendas".
El año 95, aunque más parco en documentos, no deja de ofrecer nuevos
eslabones. El 15 de enero, en el asiento de Chalachiri, Francisco Muñoz
toma posesión de las tierras
del Carrizal, ante el alcalde don García de Reinoso y en presencia del
escribano público y de cabildo Alonso de Villegas y de los testigos
Pedro Casero, Juan Cabrera y Bartolomé Díaz. En septiembre Juan Luis de
Guevara vende su parte al tesonero Muñoz por madera que éste se
compromete a terminar de pagar en todo el mes de marzo de 1596. Pero 10
más importante es que el 11 de noviembre de 1595 don Luis Jofré visita
otra vez la jurisdicción puntana y "en la ciudad de San Luis de Loyola"
declara que el cuerpo de tierras de que hizo merced a ambos pobladores
debe tener "debe tener veinte y cinco cuadras del pie de la sierra que
está enfrente del dicho Carrizal hacia el Poniente, corriendo los pies
hacia el Levante, así como va el carril de las carretas".
Si los amanuenses son fieles, estos documentos vendrían a demostrar que
Jofré no estuvo de paso cuando fundó San Luis, sino que veló por ella,
visitándola en el tiempo oportuno, como harían después los demás
Corregidores.
Ubicación y traslados
Aunque respetables historiadores han determinado ya, "ante la luz de la
historia", el lugar de la fundación de San Luis, es conveniente agregar
nuevas noticias para alcanzar a comprender mejor cuán peligrosas
resultan, a través del tiempo, ciertas repeticiones.
Sostuvo Lallemant que la Nueva Medina de Río Seco "estaba en el Talar a
1/2 legua al Oeste de la hoy ciudad de San Luis de Loyola". Gez recoge
y amplía esa información, escribiendo sin hesitación: "La planta de
esta ciudad estuvo como a una legua más al Oeste de la actual capital,
lugar llamado El Talar, donde aún se ven los vestigios de
tapias y de calles". Pero el autor de la conseja fue Barroso, quien en
su crónica periodística de 1880 dice estas cosas sobre la nueva ciudad:
"El local que se eligió para plantarla, no fue el mismo en que hoy se
encuentra, sino dos kilómetros al Oeste, donde, hasta hace pocos años,
existían las ruinas del templo y otros edificios que hubieron allí. El
punto elegido no fue a propósito para el fin a que se destinó, tanto
por no haber en él aguas subterráneas, como porque la muy escasa
que suministra la del río Chorrillo, no alcanzaba a la nueva población,
sino en parte muy pequeña.
Esto obligó a los pobladores a abandonarla y colocarla en el Bajo que
forma un delta del Chorrillo. Aquí tampoco sirvió por el peligro que
ofrecen las crecientes que bajan de la sierra en tiempos de grandes
lluvias. Al fin tuvieron que traer definitivamente la población a la
hermosa planicie inclinada de Este a Oeste, en que hoy se encuentra
ubicada la ciudad."
La documentación que el P. Cabrera exhumó en archivos cordobeses ha
servido para demostrar que la ciudad de San Luis fue fundada en el
Bajo, trasladada más tarde hacia el Oeste y establecida, finalmente, en
el lugar que hoy ocupa.
Sin echar en saco roto las Leyes de Indias, pensamos que el
conquistador imitó al aborigen en su natural búsqueda de la proximidad
del agua. Acierta Gez cuando expresa que el indio, en "su movimiento
inmigratorio dentro del territorio, no se apartó jamás del curso de las
aguas" y que "allí vinieron también a fundirse los nuevos elementos
étnicos que aportó la conquista española". Recuérdese que Francisco
Muñoz, al solicitar las tierras del Carrizal "para hacer sus chacras y
tener sus ganados", destaca la existencia de una dormida o paradero
junto al camino de las carretas y que aquello que pide "es el agua que
está en dicho Carrizal y se llama Teutenap".
Nuestro desolado Río Seco actual nos aparta, con su enjuta cicatriz,
del afán y el quehacer de los primeros pobladores. Pero es preciso
recordar que ese cauce macilento es el mismo que ceñía las aguas del
Chorrillo cuando la planicie del Bajo se presentó, promisoria, a los
ojos de los españoles. En esa ribera -que no guardaba el recuerdo de
las crecientes estivales- hizo trazar Jofré los solares de su medina
puntana, regada por una acequia con vigor suficiente para dar vida al
molino de Muñoz. Y sólo cuando las repetidas inundaciones demostraron
lo riesgoso del paraje, los pobladores se apartaron del agua combativa,
estableciéndose en el Talar.
El traslado o reedificación lo ordenó el Corregidor de Cuyo, general
don Juan de la Guardia Berberana quien en esta ciudad, el 12 de octubre
de 1643, en presencia de los
capitulares Juan Gómez Isleño y Francisco Díaz Barroso, para que los
vecinos y moradores pudiesen mejor y con más comodidad sustentarse,
"dio por vacas todas aquellas tierras que hubiere desiertas y
despobladas, de los vecinos que se hallaron en la población primera,
pues ha más de cuarenta y nueve años y no las han poblado ni se esperan
vendrán, pues se les dio con la calidad de que la poblasen".
Sin embargo, el paraje del Talar no fue propicio para el sustento de la
población. Así lo declaraba en 1872 don Lino Páez, añadiendo que la
falta de agua "obligó por segunda vez en 1689 a cambiar la ubicación de
la ciudad, buscando la proximidad de las vertientes".
Aunque San Luis no volvió al Bajo, esas tierras continuaron siendo las
mejores para las labranzas. En ellas y por ellas, junto con el trigo y
el maíz, crecieron las rencillas y los pleitos. Y hasta fueron fecundas
en "consejas de viejas" -como bien dijera Poblet- para regodeo de
escritores tendenciosos.
Sin poder exhibir el acta que la liberase de avances y tutelas, la
ciudad de San Luis pidió ser aprobada y confirmada, para que su
existencia legal "fuese permanente" y continuase "en mucha estabilidad
redimida en servicio de Dios nuestro Señor y de su majestad y bien
común de españoles y naturales, por estar fundada en parte cómoda".
Asimismo solicitó que se le señalase el término y jurisdicción que
había de tener, el cual debía ser el mismo que el general don Luis
Jofré le señalara al tiempo de su población.
Consecuentemente, con fecha 25 de septiembre de 1603, el gobernador de
Chile don Alonso de Rivera hizo saber "que a la fundación y población
hecha por el dicho general
don Luis Jofré de la dicha ciudad de San Luis de Loyola, en el real
nombre la apruebo y confirmo para que tenga el dicho aditamento y
nombre de San Luis de Loyola y sujeta
al patrimonio real de Castillo y corona real de León.
En el mismo documento, Rivera expresaba: "Señalopor término y límite de
jurisdicción a la ciudad dicha, el camino que va a la ciudad de Mendoza
desde la ciudad de San Luis de Loyola hasta el Desaguadero, que está
distancia de doce leguas, poco más o menos, porque pasando el dicho
Desaguadero de la otra parte se entienda ser jurisdicción de la ciudad
de Mendoza".
También mandó el gobernador de Chile que los indios de la jurisdicción
de San Luis en manera alguna fuesen obligados "de presente ni en tiempo
alguno" a acudir a la ciudad de Mendoza con servicios ni tributos.
Se consolidaba así la fundación de Jofré y la ciudad sin blasones entraba a ganarlos con valor e hidalguía, para bien de Cuyo.
LUIS JOFRÉ
Don Luis Jofré de Loaiza nació en Santiago de Chile y era hijo del
general Juan Jufré y de doña Constanza de Meneses. Siguió las huellas
de su padre, tanto en las empresas
de guerra como en las actividades industriales. Heredó la encomienda de
Petorea y poseyó casas, viñas y estancias en Nuñoa, Chiquén, Peteroa y
Villavicencio. Fue regidor y alférez real en Santiago en 1581; en 1593
Martín García Oñez de Loyola lo nombró su lugarteniente de capitán
general y corregidor de Cuyo. Reedificó la ciudad de San Juan y fundó
la de San Luis de Loyola, pagando de su propio caudal a los soldados
que le acompañaron. Volvió a Chile en 1596, sufrió un proceso criminal
y fue condenado a una multa en dinero y confinamiento en el mismo
territorio chileno. Comisionado por el gobernador Pedro de Vizcarra,
llevó al Perú la noticia del desastre Curalava y de la muerte de
Loyola, ocurrida el 23 de diciembre de 1598. Por sus grandes servicios
y experiencia en la guerra, Quiñones lo nombró maestre de campo general
del reino de Chile. El 22 de agosto de 1611 hizo su testamento en la
ciudad de Santiago, donde falleció ese mismo año y fue enterrado en el
convento de Santo Domingo. Había contraído matrimonio en la Imperial,
en 1588, con doña Francisca de Gaete, y fueron sus hijos Juan, Luis,
Diego, Beatriz y Luciana.
Tuvo particular devoción por Nuestra Señora, a la que dedicó la iglesia
de la ciudad, que fundó en 1594 en la Punta de los Venados. Magnánimo y
agradecido, dispuso en su testamento que se repartiesen mil ovejas
entre los indios de su hacienda de Peteroa, así como ordenó que sus
esclavas Isabel y Elena no fuesen vendidas. Si bien el fundador de San
Luis firmaba Jufré, la firma Jofré aparece ya en documentos del siglo
XVII y es la que adoptan sus descendientes.
FUENTES
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